
Con este pequeño y curioso poema, Ana María Uribe usa una simple modificación de una fila de letra H, que extiende los brazos y las piernas de la letra H hacia los ascendentes y descendentes (respectivamente) para imbuirlos de vida. La música y las órdenes de tipo alemán que ladran en estas letras los hacen parecer soldados que marchan, hacen ejercicio y realizan un ejercicio por todo el espacio de la pantalla. Hay una tensión entre la individualidad de cada color de letra y la uniformidad de la forma y movimiento de cada letra, que se descompone en la imagen de arriba a medida que las órdenes de ladrido de voz se vuelven cada vez más frenéticas. Quizás estas letras no son solo brazos y piernas y tienen una cabeza sobre sus hombros, después de todo.
Traducido por Reina Santiago